Ha transcurrido un año más tras la muerte del líder cubano, Fidel Castro, y recordamos sus pasos por las aulas universitarias.
La controversial vida del Comandante ha sido materia de estudios, polémicas y riñas. Así, sus años en la escuela y la universidad tampoco han sido ajenos a los debates.
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El joven Fidel Castro, que ingresó a la escuela de Derecho en la Universidad de La Habana con 1.83 metros de estatura y 82 kilos de peso, adquiridos gracias a su vocación deportiva, prácticamente no asistía a clases. Así lo relata el periodista Albert Garrido:
La abundantísima bibliografía dedicada al personaje, con frecuencia hagiográfica, no en menos ocasiones demagógica o panfletaria y casi siempre apasionada, no hace más que resaltar los rasgos de una figura esculpida con los perfiles del mito, las servidumbres del poder, la soberbia del líder carismático y las sutilezas del debate ideológico. La historia entera de América Latina desde los años 50 hasta hoy, la construcción del imaginario colectivo de la izquierda en todas partes y la propia interpretación del paradigma de la guerra fría son inseparables de la peripecia personal de Fidel Castro Ruz, hijo de un hacendado medio, Ángel Castro Argiz, emigrado de Galicia, y de Lina Ruz González, que lo trajo al mundo el 13 de agosto de 1926 en Mayarí, provincia de Oriente. Los Castro llevaron a sus hijos a un colegio regentado por jesuitas, y los afectos al psicoanálisis apresurado confieren desde siempre gran importancia a este hecho, aunque todo indica que cuando, aún muy joven, Castro empezó a destacar en asambleas universitarias y mentideros políticos tenía bastante olvidadas las enseñanzas ignacianas y, en cambio, había abrazado la causa del nacionalismo y de la militancia antinorteamericana.
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Como estudiante de Derecho brilló más en la agitación que en las aulas. Su verbo encendido se reveló por primera vez como un arma poderosa en 1946, cuando intervino en un acto de la Federación de Estudiantes Universitarios de La Habana. Un año después, cuando disfrutaba de cierta notoriedad entre sus compañeros, se vio envuelto en un tiroteo nunca aclarado en el que resultó herido el estudiante Lionel Gómez. Lo que allí sucedió no fue del todo desvelado, pero por aquel entonces no era extraño que los ardores universitarios contaran con el ocasional auxilio de las armas.
De aquellos tiempos de agitación incansable datan sus dos primeras experiencias de hombre de acción a gran escala. La primera fue la fracasada expedición de oponentes al dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, encabezada por Juan Rodríguez García y Juan Bosch, y la segunda, su presencia en Colombia durante el bogotazo, el movimiento insurreccional que costó la vida a Eliecer Gaitán. Como tantas otras veces, la leyenda negra persiguió a Castro, a quien incluso se quiso relacionar con la muerte de Gaitán, aunque su estancia en Bogotá no obedeciese más que a su militancia en la federación de estudiantes. Por estos motivos, y a causa de su azarosa actividad en un campus en ebullición, el futuro revolucionario se trasladó a Nueva York, donde pasó cuatro meses de 1949; al año siguiente, de vuelta a casa, obtuvo el título de Derecho.
Un testigo ocular de la vida del revolucionario, pero opositor al régimen impuesto por «Pistolita» (antiguo apodo de Castro), Roberto Tariche, escribe al respecto:
En el Colegio de Belén lo que más le gustaba eran los deportes, aunque considerado como un estudiante más o menos mediocre. Como era un colegio católico tenía que participar en actividades religiosas. ¿Se lo imaginan en fila para ir a comulgar?
En el año 1945 Fidel Castro empezó sus estudios en la Universidad de La Habana. Allí conoció al «chino» Esquivel. Este le propuso que participara en lo que podemos llamar política estudiantil de la Universidad, cosa que le interesó. La época en que Fidel Castro cursó sus estudios en la Universidad de La Habana fue de mucha violencia y mucha sangre. Como el atentado a Justo Fuentes, vicepresidente de la F.E.U. y presidente de la Escuela de Odontología en el que también murió su compañero Jesús Balmaceda. Otro atentado le costó la vida a Gustavo A. Mejías, presidente de la Escuela de Ciencias Sociales. Parece que, en éstos, de una forma u otra, estuvo envuelto Fidel.
Al llegar a la Universidad (1946), se interesó por la política estudiantil, postulándose en su primer año para delegado de la asignatura Antropología Jurídica. Esto fue en 1946. Después lo nombraron tesorero de la Asociación de Estudiantes de Derecho. Sus amigos de esa época cuentan cómo lograba reconocimiento entre los demás delegados, por tener éstos carnet con foto, que estaban en poder de la Facultad de Derecho. Fidel tuvo acceso a ellas, las estudiaba, memorizando el retrato y los nombres de cada elector. En cuanto los veía los llamaba por su nombre y se dirigía a ellos como si fueran conocidos. Todo esto para ganarse la simpatía de todos los candidatos. Esto, en cubano, es pura «guataquería», o sea, adulonería, ensalzando hipócritamente a unos y a otros para de esa manera lograr la elección, lo que le dio resultado.
Hay que destacar que Fidel Castro no tenía nada de carismático al ingresar en la Universidad, pues al contrario sus cualidades eran negativas en el ambiente universitario. Primero: era del campo (guajiro). Segundo: de familia rica (bitongo). Tercero: graduado de un colegio religioso (niño fisto). Cuarto: Por su aseo personal (bola de churre). Además, por su falta de pudor, y sus ansias de figurar, que lo vieran armado, etc.
En su segundo año (1947) fue elegido en la asignatura de Derecho Civil. Más tarde se postula para presidente de la Escuela de Derecho, pero fue derrotado por el estudiante Federico Marín, que a su vez seria destituido por no cumplir con su deber por votación de todos los delegados. Entonces Fidel trató que lo nombraran a él como presidente (sólo los presidentes de escuelas eran los candidatos a ser elegidos a la presidencia de la FEU). No lo logró.
Estando Fidel en el tercer año de su carrera (1948), fue rechazado por los otros delegados por sus actividades en la UIR.
En las primeras elecciones para elegir al presidente de la FEU por voto directo, Fidel se presentó como candidato a Secretario General. El otro candidato lo era Alfredo Guevara, que ganó la elección fácilmente, pues obtuvo 114 votos contra 19 de Fidel. Así se ve que no tenía mucha simpatía, pese a que todavía hay quienes creen que era un gran líder en la Universidad de La Habana.
Fidel Castro se graduó de Derecho en 1950. Para poder seguir en la política universitaria se matricula en la Escuela de Ciencias Sociales. Fue por esta facultad que aspiró a presidente contra Carlos Márquez Sterling. A pesar de amenazas y de intimidaciones, vuelve a ser derrotado. Otro fracaso más a sus aspiraciones de llegar a ser un líder estudiantil.
El propio Castro, recuerda su vida universitaria, en un discurso ofrecido en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 17 de noviembre de 2005, al conmemorarse el aniversario 60 de su ingreso a la universidad:
Ustedes han sido muy amables al recordar hoy un día muy especial: el 60 aniversario de mi tímido ingreso a esta universidad.
Por ahí anda una foto, yo la miraba: un jacketcito; cara así, no sé si de bravo, de malo, o de bueno, o indignado, porque esa foto no la sacaron el primer día, yo creo que ya tenía unos cuantos meses, y yo empezaba a reaccionar contra tantas cosas como las que estábamos viendo. No era un pensamiento formado ni mucho menos; era un pensamiento ávido de ideas, pero también de deseos de conocer; un espíritu tal vez rebelde, lleno de ilusiones, de ilusiones no puedo decir revolucionarias, habría que decir lleno de ilusiones y de energía, también posiblemente de ansias de lucha.
Bueno, había sido deportista, había sido escalador de montañas. Hasta me habían convertido primero —ni sé bien por qué— en una especie de teniente de exploradores y después, más tarde, me hicieron general de exploradores. Así que cuando yo era estudiante preuniversitario me habían dado más grados que los que tengo hoy (Risas), porque fui después Comandante, pero nada más que Comandante, y eso de Comandante en Jefe no quería decir más que era Comandante jefe de aquella pequeña tropa de alrededor de 82 hombres, con los que desembarcamos del Granma.
Ese nombre nace después del desembarco, el 2 de diciembre de 1956. Entre los 82 alguno tenía que ser jefe, después le pusieron “en”. Así, poco a poco, de Comandante jefe pasé a Comandante en Jefe cuando ya había más Comandantes, porque era el grado más alto durante mucho tiempo. Recordaba esas cosas. Uno tiene que pensar qué era, en qué pensaba, qué sentimientos albergaba.
Tal vez circunstancias especiales de mi vida me hicieron reaccionar. Pasé algún trabajo desde muy temprano y fui desarrollando, quizás por ello, el oficio de rebelde.
Por ahí se habla de los rebeldes sin causa; pero a mí me parece, cuando recuerdo, que era un rebelde por muchas causas, y agradezco a la vida haber seguido, a lo largo de todo el tiempo, siendo rebelde, aun hoy, y tal vez con más razón, porque tenga más ideas, porque tenga más experiencia, porque haya aprendido mucho de mi propia lucha, porque comprenda mucho mejor esta tierra en que nacimos y este mundo en que vivimos, hoy globalizado y en minutos decisivos de su destino. No me atrevería a decir en minutos decisivos de su historia, porque su historia es mucho más breve, es realmente ínfima comparada con la vida de una especie que en años muy recientes, tal vez desde hace 3 000, 4 000 ó 5 000 años, comenzó a dar los primeros pasos después de su larga y breve evolución; digo larga y breve, porque evolucionó hasta convertirse en ser pensante tal vez en algunos cientos de miles de años, y al cabo de la existencia de la vida en este planeta, que afirman los conocedores, si no me equivoco, surgió, me parece recordar, hace 1 000 ó 1 500 millones de años, primero surgió la vida y después surgieron millones de especies, y nosotros no somos más que eso, una de las muchas especies que surgieron en este planeta, y por eso digo que, tras una breve y a la vez larga vida, hemos llegado a este minuto, en este milenio, que dicen que es el tercer milenio desde el inicio de la era cristiana.
¿Y por qué tantas vueltas en torno a esta idea? Porque me atrevo a afirmar que hoy esta especie está en un real y verdadero peligro de extinción, y nadie podría asegurar, escuchen bien, nadie podría asegurar que sobreviva a ese peligro.
Parece ser que la vida de los hombres destinados a empujar los destinos del mundo, se avizoran ya desde los años universitarios. Ese patente desprecio por el poder autoritario acaso fue una proyección del mismo Fidel años más tarde. Un hombre que quiso modelar un mundo con una justicia a la medida del comunismo. ¿Imaginó alguna vez generar tantos opositores como feligreses? ¿Imaginó que la libertad de cuba por la que luchaba le sería años más tarde reclamada?
Lo cierto es que los años cuando la revolución llegó a Cuba, América Latina y todo el mundo soñaron con un mundo mejor. Poetas, escritores, científicos, jurisconsultos y artistas se sumaron a su causa. El otrora estudiante de Derecho nuevamente remeció el mundo con su deceso. Era una suerte de institución jurídica que se resistía a los cambios de la sociedad. Tamaña resistencia le ganó admiradores, detractores, e híbridos. Como un viejo Código Civil, ha quedado imborrable para las generaciones en que fue vigente y para la historia de aquellas que están por venir.
© Alejandro Torres Negrón