Elcira Vásquez Cortéz debería ser un nombre mucho más popular entre los conocedores del derecho, pero su importancia sigue siendo ajena para muchos. A pesar de ser la primera jueza titular de la Corte Suprema de Justicia de la República, hay muy poca información sobre su vida en las plataformas de información masivas y, por eso, buscamos hoy resaltar su legado.
Nació en 1937, pero su historia jurídica comenzó el 23 de enero de 1963, cuando apenas era una joven estudiante de cuarto año de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
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Con el entusiasmo que la caracterizó durante toda su carrera, se dirigió hacia el Palacio Nacional de Justicia para solicitar que le permitan realizar sus prácticas preprofesionales. Al año siguiente ya era ayudante de relatoría del Tercer Tribunal Correccional nombrada por acuerdo de Sala Plena de la Corte Superior de Justicia de Lima.
Diferentes testimonios recogen que, desde el primer día en que Vásquez comenzó en estas labores, demostró inteligencia y capacidad para el trabajo jurisdiccional en el estudio y
proyección de resoluciones, por lo que profesionales como Javier Alzamora Valdez no dudaron en proponerla para tareas de mayor responsabilidad como relatora interina y luego relatora titular.
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Alzamora también fue su tutor durante la redacción de la tesis que Elcira Vásquez Cortéz presentó para obtener el título de abogada. “La excusa legal absolutoria por razón de parentesco” fue el título de la tesis.
A los 14 años de su ingreso, en 1977, postuló para el cargo de jueza civil de primera instancia y, cinco años más tarde, participaría en el el concurso para ocupar la plaza de vocal superior de Lima. Finalmente, fue elegida para dicho cargo en 1982.
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En 1993 se convocó a concurso público para cubrir la plaza de vocal de la Corte Suprema de Justicia, convocatoria en la que Vásquez participó. Durante el examen oral, el Jurado de Honor les otorgaba 15 minutos exactos a los participantes, tiempo que Elcira usó de forma exacta, colocando un reloj Seiko sobre la mesa para medir su participación. Su exposición, que muchos consideran brillante, hizo que fuera nombrada la primera jueza suprema mujer en la historia de este país.
En mayo de 2012 cesó en la judicatura como integrante de la Corte Suprema de Justicia, al cumplir los 75 años de edad. Lo hizo luego de inspirar a generaciones de abogadas a soñar en grande en un país que a veces puede ser muy injusto.
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La mejor forma de resumir su legado es citando una anécdota que contó la doctora Janet Tello Gilardi durante un homenaje realizado a la figura de Elcira Vásquez. Durante sus primeros años en la labor judicial, Vásquez debía cumplir con un encargo en la Presidencia de la Corte Suprema, cruzando por la famosa alfombra roja que todos los que han visitado esa institución conocen.
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En ese momento, el doctor Lizandro Tudela Valderrama exclamó “la mujer no puede
pisar la alfombra roja por la que pasan los vocales de la Corte Suprema, es la regla”. Ella hizo caso omiso, mientras escuchaba de fondo gritos que decían “¡Se lo he pedido, allí nomás señorita!”
Luego, Elcira descubrió que el hecho hizo renegar a muchos dinosaurios del derecho, pero también sorprendió a sus pares más conscientes del rol de la mujer. “La señorita Vásquez es un diamante en bruto que hay que pulir”, escuchó decir una vez y fue la confirmación de que estaba haciendo lo correcto.