Ha partido el procesalista penal más importante de los últimos tiempos en Iberoamérica y aquí una breve semblanza.
Después de obtener en 1963 su diploma de abogado en la Universidad Nacional de Córdoba, su ciudad natal, fue distinguido con una beca del servicio alemán de intercambio académico que le permitió tomar contacto con el derecho procesal europeo, pero también con la cultura jurídico-penal del viejo continente.
Así fue como desarrolló los aspectos centrales de su tesis doctoral: La ordenanza procesal penal alemana. Su comentario y comparación con los sistemas de enjuiciamiento penal argentinos, con la cual, ya de regreso a su país y bajo la dirección del profesor Alfredo Vélez Mariconde, obtuvo el grado académico de doctor en la Universidad de Córdoba en 1974.
Es importante precisar que su tesis fue luego publicada en dos tomos por la editorial De Palma en 1978 y se convirtió en un referente del derecho comparado, obra que por su complejidad y rigurosidad fue frecuentemente citada por juristas de Alemania y del resto de europa.
Después de obtener el grado de doctor, en 1975 escribió y publicó el libro La investigación penal preparatoria del Ministerio Público, siendo el pionero en postular la dirección de la investigación a cargo de la fiscalía. En la década del setenta emprendió una segunda estancia en Alemania para llevar a cabo una investigación de posdoctorado sobre la función de la nulidad en la teoría general del derecho, producto de cuya investigación publicó su libro Función normativa de la nulidad en 1980. Su libro siguiente, Cuestiones fundamentales sobre la libertad del imputado y su situación en el proceso penal, de 1981, reúne una serie de trabajos en los cuales muestra su compromiso con un derecho penal y procesal penal liberal, racional y garantista de los derechos fundamentales.
En 1989 apareció en dos tomos la primera edición de su Tratado de derecho procesal penal, cuya segunda edición actualizada ha sido publicada en 1996 y el 2003 por Editores del Puerto de Buenos Aires. El tercer tomo de la obra sobre Actos Procesales fue publicada el año 2011. Todo este profundo estudio del derecho procesal penal constituye sin duda la obra más importante de la materia escrita en lengua castellana y material de consulta inevitable en América Latina y España, aunque las citas de su tratado son frecuentes también en obras de autores alemanes, italianos, portugueses, etc.
Maier no sólo enseñó con la teoría o la doctrina; su compromiso con la libertad y los derechos fundamentales lo plasmó en su labor como juez. Pocos sabrán que en la década del setenta declaró fundada un habeas corpus en plena dictadura, lo que le llevó a sufrir un atentado que destruyó su casa, por lo que tuvo que abandonar por un tiempo otra vez su país.
Así pues, fue el padre el Código Procesal Penal Modelo para Iberoamérica (publicado como Anexo en su Tratado en 1989), cuyo contenido fue la fuente innegable de todos los proyectos de código procesal en Latinoamérica y cuya influencia irradia hasta la actualidad.
Su relación con el Perú
Gracias a la cooperación alemana, Maier visitó por primera vez el Perú en diciembre de 2003 cuando se realizó la presentación en sociedad del proyecto de Código Procesal Penal que luego se aprobara el 2004.
Luego de ello regresó por razones académicas como en otras tres oportunidades, siendo su última visita el año 2016 en que se conmemoraron los 10 años de la vigencia del Código Procesal Penal.
La identificación de Maier con nuestro país no fue sólo por temas jurídicos, también fue un gran admirador de Chabuca Granda y un gran conocedor de nuestro folklore.
Durante sus visitas a nuestro país no dejó de conocer de cerca la marinera norteña tanto en Lima como en Trujillo, también conoció personalmente a artistas como Jaime Guardia y Manuelcha Prado, quienes le dedicaron memorables homenajes y de cuya música siempre se llevó grandes recuerdos, es que Maier fue un intelectual y humanista trascendente.
A todo esto, muy pocos saben que con la misma rigurosidad de sus obras de derecho, también realizó un estudio notable acerca del origen de las danzas nativas en sudamérica, obra aún inédita en nuestro medio.
En fin, Maier seguirá muy presente entre nosotros, deja abierta una senda muy marcada para la posteridad. Maier vivió y murió fiel a su compromiso con una justicia penal más humana y se despidió abrazado hasta el final de sus días por su compañera de toda la vida, la gran Marinés y cientos de discípulos, cientos de amigos que hoy encendemos una luz de esperanza y acompañamos su partida. Hasta siempre, querido Julio.