¿Es necesario ser mejor persona para ser un buen juez? Para la Escuela Judicial del Tribunal Regional del Trabajo (TRT) sí. La entidad organizó un proyecto para mejorar la empatía de los magistrados laboralistas. Este año fueron 23 los participantes, quienes se pusieron en los zapatos de aquellos que acuden a sus dependencias. A continuación algunos de los testimonios:
La magistrada Patrícia Lampert es hábil en la material laboral, pero no lo es limpiando baños. Como parte del programa del TRT, Lampert encarnó a una empleada de limpieza en un colegio. Una muy torpe, según ella. «En unos minutos, estaba haciendo todo mal. Trabajé duro, pero estropeaba todo», lamentó.
Sus compañeros le enseñaron el oficio: cómo usar el betún para pisos, la forma correcta de limpiar para que no sienta dolor. A pesar de su inexperiencia, ellos se mostraron muy solidarios. «Me lo explicaron todo, sentí una gran solidaridad, no una competencia», confiesa.
Patricia se enteró, en el colegio, que el alumnado no apreciaba la labor de sus colegas. El retorno de los escolares a las escuelas supone un martirio para ellos. «Las personas no respetan, incluso tiran coco en las paredes. Es un sentimiento de total desprecio», dice.
Otra caso es el de la jueza Adriana Leandro. Ella trabajó como operadora telefónica en una sucursal bancaria. Sus nuevos colegas no imaginaron que tenían una magistrada al lado. Ahí, ella dio cuenta de la presión que sienten los trabajadores de este sector. Vio como los operarios no se despegan de sus asientos por temor a perder el empleo. Incluso, una de sus compañeras pasó seis horas sin tomar agua. «No porque alguien la detuviera, sino porque tenía mucho miedo de perder su trabajo. Si se levantaba no había nadie que la cubriera», reveló.
Un día es insuficiente
Esta programa se implemento en 2017. Al inició este no fue bien visto por la comunidad jurídica. Lo que busca esta iniciativa es respetar a las personas que cumplen estos roles. «El juez que pierde la capacidad de mirar con empatía al otro, pierde la capacidad de ser juez», aseveró el director de la Escuela Judicial, Marcelo Augusto Souto de Oliveira.
Marcelo Augusto cree que un día de trabajo es una experiencia muy limitada. «Después de eso, los jueces regresarán a sus apartamentos, sus buenos salarios, su seguridad laboral y sus privilegios». Además, teme que este proyecto se convierta en un espectáculo. «Esta no puede ser una representación superficial de una categoría profesional o una especie de “turismo”.
Fuente: BBC News Brasil