Puedes ser un estudiante de derecho o un abogado ya en ejercicio de funciones, pero ambos saben que la lectura es fundamental en la vida jurídica. Libros gruesos y miles de expedientes son parte de este destino que has elegido y necesitas algunas sugerencias que faciliten tu vida académica. Y en LP Derecho vamos a solucionar eso.
En este post, vamos a revisar técnicas de lectura veloz que garantizan velocidad, pero sin perder lo importante que es la comprensión y el correcto análisis del contenido. Se trata de recomendaciones básicas que te llevarán a tácticas mucho más complejas.
Y recuerda que todas estas recomendaciones son válidas para la lectura de documentos físicos, pero también para la interpretación de archivos en PDF que ahora son lo más común dentro del mundo académico.
Y gracias a la práctica constante de estos consejos que recogemos de Carlos López Díaz en el Manual del Estudiante de Derecho (2010) podrás sumarte a un club de lectores voraces conformado por personajes como Agatha Christie, que leía 200 libros al año o el expresidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt, que con facilidad terminaba un libro al día, incluso dos o tres si contaba con noches libres.
1. Hay textos que deben ser leídos más de una vez
El hecho de que cuentes con las herramientas que vamos a detallar es útil, pero debes recordar que hay textos que no necesariamente se van a entender a la primera.
Y eso está bien, hay trabajos de mayor complejidad que requieren que los repases con tranquilidad y sin la presión de demostrarte a ti mismo que lo puedes captar todo sin esfuerzo. Aunque no lo creas , esto no es una competencia.
2. Nunca olvides las conclusiones
Esto sirve para complementar el primer punto. La mayoría de libros académicos o investigaciones cuentan con conclusiones al final de cada capitulo o al final del documento en si. Revisarlas con detenimiento es un excelente método para conocer la idea de fondo, sobre todo si la primera lectura no nos alcanza para entender a totalidad.
3. Leer palabras y frases, no letras
El proceso de aprendizaje infantil es leer letra por letra, algo que muchos no abandonan nunca. Ni siquiera al llegar a la universidad, donde se lee con mayor regularidad.
Sin embargo, la idea es leer por palabras e ideas. O sea, los conceptos que el autor desea transmitir. Y no llegar a esta capacidad genera el gran problema de falta comprensión que se vive en nuestro país.
Para que se entienda nuestro punto, vamos a ejemplificar como es la lectura convencional de alguien que lee palabra por palabra.
Algo muy diferente a la forma correcta de leer, que vemos en el siguiente ejemplo. Abarcando ideas completas y abarcando todo el conocimiento que estas llevan.
La única forma de solucionar esto según Carlos López Díaz en el Manual del Estudiante de Derecho (2010), es comenzar una lectura exhaustiva de textos sencillos y progresivamente ir escalando en la complejidad.
4. Evita la vocalización
¿Cuántas veces has comenzado a leer un texto mentalmente y has descubierto que terminaste leyéndolo en voz alta? Ese es una costumbre e implica un tiempo extra que agregamos al ejercicio de la lectura.
Debemos entender que el cerebro y los ojos leen a una velocidad completamente diferente si se suma la voz. Y la mejor forma de acabar con esto es identificar las veces que lo estamos haciendo, para forzarnos a detener esta mala costumbre.
5. Leer la parte superior de las palabras
Vamos entrando a temas más complejos. Si dividiéramos mentalmente las palabras con una línea horizontal que las atravesara en dos partes, leeríamos más rápido si sólo nos fijáramos en la parte superior de la misma. ¿Pero cómo es esto posible?
La «lectura espacial», como es conocida, es posible porque nuestro cerebro es capaz de «rellenar» la información que falta e identificar esas palabras. Además, es capaz de captar todos los conceptos en dichas palabras.
De esta forma, acostumbramos al cerebro a que debe captar las ideas del texto, más que las palabras. Lo que se refleja en el siguiente ejemplo:
6. Centrar la visión
Gracias a la “visión periférica”, tenemos la capacidad de enfocar nuestra atención visual sobre un punto específico y a la vez poder observar lo que sucede alrededor gracias al rabillo del ojo. De esta forma, poder leer una palabra en una oración y a la vez, ver las palabras previas y posteriores.
Esto es algo que puede comprobarse si vemos los ojos de una persona que lee un texto y notar que el movimiento de la mirada no es continuo, sino que a “saltitos”.
A través de estos saltos se recoge fragmentos de oraciones, pero si estos saltos los iniciamos adelantado el inicio de cada renglón, veremos que obtenemos velocidad al momento de leer.
La idea entonces es leer sólo entre el margen que dejan estas líneas negras que ustedes deben agregar mentalmente, como lo muestra este ejemplo:
7. Barrido de texto
Una vez que pongas en práctica estos métodos de lectura veloz de forma constante, comprenderás bien cualquier texto. Pero, ocasionalmente, igual será necesario volver a leerlo. Esto puede hacerse de forma superficial, haciendo un barrido de texto que permita reconocer solo lo fundamental.
Igual es necesario hacer un disclaimer y precisar que hay textos que requieren segundas o terceras lecturas mucho más exhaustivas. Cada lector sabrá diferenciar en que ocasiones requiere esto.
8. En la era digital, cuide su vista
Ahora es mucho más común leer desde el teléfono o una tablet. Esto puede cansar la vista con facilidad. Y no es posible pedirnos una lectura veloz si la mirada no da para más.
Por eso, es justo tener en cuenta estas breves recomendaciones de Travis Meredith, director del departamento de oftalmología de la Universidad de Carolina del Norte:
- Evite leer cuando se encuentre demasiado cansado.
- Adecue el tipo de letra para ver correctamente desde 30 centímetros de distancia.
- Evite la sequedad ocular mediante sencillos parpadeos.
- Realice cada hora pausas para la relajación ocular.
- No olvide realizar una revisión anual de su vista si sabe que por temas laborales o académicos realizará este tipo de lecturas virtuales con regularidad.