Los abogados también lloran: trabajo no falta, el problema es cobrar

Hoy se celebra el Día Internacional del Abogado. ¿Por qué? Vaya usted a saber. Lo cierto es que la costumbre, como fuente del derecho, ha terminando imponiéndonos el 3 de febrero como día para celebrar.

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Así las cosas, les traemos una recordada entrevista sobre un tema que perturba a nuestros colegas. Aunque muchos no lo crean, los abogados tenemos un corazón a la altura del pecho como cualquiera. Sí, también lloramos.

Por eso hemos rescatado algunos aspectos saltantes de la interesante entrevista que le hiciera, hace buen tiempo, el Diario de Jerez a un destacado abogado, Marcos Camacho, y que bien explica la situación de muchos colegas:


Dicen tratarse de los músicos de la orquesta del ‘Titanic’, porque son siempre los últimos en abandonar el barco y seguir tocando hasta que el negocio siga a flote. La opinión generalizada es que, inevitablemente, la crisis es época de bonanza para la abogacía. Pero esto sólo lleva parte de razón. Entre los abogados, cada uno cuenta la feria como le va. A unos bien, a otros peor. Muchos (…) firman despidos, trabajan contra los impagos, participan en los concursos de acreedores o las quiebras de empresa. No paran. Y otros muchos, que son legión, que de nada sabían de derecho mercantil y laboral y se empleaban en sectores ‘tocados’ por la crisis, caso del inmobiliario, se cruzan de brazos sin remisión. Lo que iguala a los abogados es que son imprescindibles, pero en tiempos de recesión como éstos, este servicio público favorece a unos y castiga a otros.

En estas condiciones, la vida es especialmente dura para el profesional de las leyes. Hay menos dinero y, por tanto, menos negocios, menos escrituras y menos litigios y los que se salvan, han de procurarse a veces de trabajos nada fáciles ni agradables, como los despidos o las reclamaciones económicas.

– ¿Sigue en vigencia la idea de que los abogados trabajan ahora más que nunca pero no cobran?

– Ahora, el problema del cobro es más complicado que nunca. Hay gente que dice que estas épocas de crisis son buenas para los abogados. Y yo creo que lo mejor para el abogado es cuando los tiempos son buenos. Ganaría todo el mundo. En tiempos de crisis, hay abogados que tienen más trabajo y otros que no.

– Póngame ejemplos…

– Es el caso, diríamos, del abogado laboralista, que logra más trabajo, los asesores jurídicos de la banca, que realizan infinidad de tareas derivadas de los impagos de asuntos bancarios. Supongo que los que lleven compañías de seguros, nada les habrá cambiado. Los accidentes de tráfico siguen produciéndose. Ahora, sin embargo, con el potencial cliente habrá que llegar a acuerdos para que pueda afrontar esa minuta. Y esos despachos que tienen una clientela fija, clientes de toda la vida, han de cuidar aún más ese cliente.

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– Y, sin embargo, hay otros dedicados al sector inmobiliario o financiero…

– El que se dedique a eso no es que no le paguen, sino que se quede sin clientes. Luego hay procedimientos administrativos, matrimoniales, urbanismo, a los que también habrá afectado.

– Estamos de acuerdo en que aquellos dedicados a determinados sectores son los más vulnerables. ¿También en el Derecho de Familia?

– Es que, antes, para llegar al divorcio había que separarse previamente y ahora, con la famosa ley del ‘divorcio exprés’, como le llamaron, se llega directamente al divorcio y este asunto ha caído en los despachos, porque dicen que no hay dinero para los divorcios. Pero bueno, también se dirigen al Colegio de Abogados, que ha notado especialmente la crisis en el Servicio de Investigación Jurídica y la asistencia gratuita de letrado. Ahí se está notando un aumento de las designaciones de los turnos de oficio.

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– ¿Qué aconseja el Colegio a sus letrados para evitar la morosidad en su trabajo?

– Desde el Colegio, lo que se recomienda es la hoja de encargo, o sea, pactar con el cliente tus honorarios y firmar una hoja de encargo. Me cuenta su caso y hacemos un contrato en el que le explico lo que voy a hacer, lo que quiero cobrar y cómo me lo va a abonar. De esta forma, el cliente sabrá lo que está encargando y su forma de pagar ese servicio; y el abogado sabe lo que ha de cobrar, porque ya está firmado con el cliente.

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– ¿Cómo se reconvierte un abogado?

– Puede hacerlo con más formación, de forma continuada y constante. Y esa es la mejor forma de progresar y reciclarse. Por ejemplo, si hablamos de crisis, habrá que hacerlo en asuntos laborales, concurso de acreedores… Actualmente, hay muchos despachos llamados multidisciplinares en los que cada abogado está especializado en una materia. Uno debe de saber en qué clientela se mueve, pero ha de dar una respuesta integral al cliente. Si alguno acude a tu despacho con un problema con su empresa, póngase por caso, pues habrá que saber derecho mercantil, administrativo…

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– Los abogados son imprescindibles para las empresas en estos tiempos. Puede ser una salida.

– Es que toda empresa cuenta con abogados y en ese mundo, el empresarial, son siempre necesarios. Lo que yo creo es que aquí en España no hay una auténtica cultura del abogado. En países anglosajones, como Estados Unidos, hay un ejemplo claro: Los clientes ven con frecuencia a sus abogados, lo hacen para hablar, para conversar… mientras aquí en nuestro país existe una ruptura de ir al abogado y tan sólo vamos a pedirle que te resuelva un problema precisamente cuando ya está creado, en lugar de acudir a él para evitar ese problema. Se debería de prestar mayor atención al asesoramiento, lo que quiere decir que el cliente debe asesorarse más ante cualquier eventualidad que actuar por su cuenta y, entonces, habrá que deshacer lo que ya se ha andado incorrectamente.

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